Bullying: cuando el dolor se esconde detrás de una sonrisa.

En los últimos años, cada vez se habla más del bullying o acoso escolar. En muchas consultas psicológicas, vemos cómo niñas, niños y adolescentes llegan cargando con heridas que no siempre se ven. Pero…

¿Qué es realmente el bullying?

Se trata de una situación de violencia repetida y sostenida en el tiempo, donde una o varias personas ejercen poder sobre otra. Puede ser directo —como insultos, golpes o amenazas— o más sutil, como el aislamiento, las burlas constantes o difundir rumores. El bullying no es una simple “pelea entre niños”.

Hoy en día, además, existe el ciberbullying, que ocurre a través de redes sociales, mensajes o juegos en línea, y que puede ser igual o más dañino, porque no se limita al horario escolar: puede acompañar las 24 horas del día.

¿Cómo puedo identificarlo? Las señales indirectas son importantes:

  • Cambios en el humor o en el sueño.
  • No querer ir al colegio o buscar excusas para faltar.
  • Bajar el rendimiento escolar.
  • Aislarse o perder interés en actividades que antes disfrutaba.
  • Aparecer con objetos rotos o perdidos con frecuencia.

 

¿Cómo podemos acompañar?

  • Escuchar sin interrumpir ni minimizar.
  • Validar sus emociones: “Entiendo que estés triste, eso duele mucho”.
  • Hablar con el colegio para que intervengan y garanticen un entorno seguro.
  • Reforzar su autoestima recordándole sus fortalezas.
  • Buscar ayuda psicológica.

 

Sanar es posible

El bullying deja heridas, pero no define a quien lo sufre. Con comprensión, acompañamiento y tiempo, los niños y adolescentes pueden volver a confiar, a reír, a sentirse seguros y valiosos.

Recordemos: hablar del bullying no es exagerar, es cuidar.